Hace prácticamente un mes, estaba
sentada en la barra de un bar con mi hermana, de 12 años y
charlábamos sobre cosas de una banalidad solo entendida por nuestro
aburrimiento. Yo, hermana mayor, quise dar muestra de mi madurez con
una sentencia que decía más o menos así: “Lo peor que tienes es
tu edad y lo mejor, lo que te queda por vivir”. Yo me refería a
que la adolescencia es ( o lo fue para mí) un periodo de lo más
terrible, sin embargo experimentas una cantidad de situaciones nuevas
excitantes, e incluso dolorosamente excitantes, que te hacen sentir
más viva que nunca.Todo es demasiado trascendental entonces y vivir
las sensaciones al límite sin morir de un infarto es interesante.
Hoy no estoy tan segura de poder mirar
con desdén los problemas que traen consigo la adolescencia, porque a
un mes de terminar mi carrera, con un mundo en llamas, y con una
agenda repleta de anotaciones y de cosas que aún debo hacer....creo
que también acabaré preguntándome ¿Quién soy? O ¿Adónde voy?
Volver a casa de los padres es una
opción cuanto menos nada apetecible, no por ellos, ellos están en
el sitio que deben estar, sino por ti que aún tienes que buscar cuál
es tu situación. La presión que durante 4 años de carrera ha sido
nula, de pronto se vuelve intensísima en los últimos meses, no digo
que esta presión no sea necesaria, simplemente a veces es demasiado
pesada en la espalda.
A partir de ahora, cuando termine de
hacer trabajos “de investigación”, los exámenes, la graduación,
alguna exposición oral y piense donde quiero irme de
viaje.....cuando pueda sentarme con ella momentáneamente en la barra
de un bar, la miraré compartiendo su “dilema”.